19 de Mayo 2012, Alcobendas.
Esta
aventura comenzó a gestarse hace unas semanas no sé bien cómo. El caso es que
el club Feel-Volley de Alcobendas, una de las referencias en toda España en
equipos de base pero también recientemente nuevo equipo de Superliga 1 femenina
y campeón de la copa de la princesa 2012, nos invitó a este torneo para equipos
veteranos. Tal vez recibieron la información de nuestro triunfo el año pasado
en la liga catalana o quizás alguna persona bienintencionada les había dado
buenas referencias de nosotros; da igual.
El caso es
que nuestro equipo había preparado este viaje con ilusión, con ganas de probar
fortuna y de probarnos a nosotros mismos, también pensando en que tenemos que
jugar las fases finales de Catalunya en
menos de un mes y podría ser una buena preparación.
Pero esta
ilusión se transformó en sorpresa, inquietud y nerviosismo cuando se nos
comunicó el plan de partidos y los rivales: Feel-Volley A y B y Maccabi. Se nos
hizo un nudo en la garganta a algunos. Por la cabeza me pasaron aquellos mitos
del basquet como Miki Berkowitz y Aroesti, y pensé que igual habían
traspapelado el nombre de nuestro equipo por error.
Salimos 9
componentes del equipo en 2 coches el viernes 18 después de comer: Francesc,
Emilio, Toño y Santi en el coche de éste, y Marc en su coche con todas las
chicas, Míriam, Núria, Silvia e Ileana, naturalmente.
El viaje se
nos hizo algo largo, con alguna que otra vicisitud y dedicados a apostar
cuántos puntos haríamos por set (nadie apostaba por más de 10); sobre las 21 h.
estábamos ya en las laberínticas rondas de Madrid.
Me dejaron
en Fuencarral, mi hogar de niñez y juventud, y ellos siguieron un poco más
hasta Alcobendas, donde habíamos quedado a las 22 h. en un conocido asador para
reponer fuerzas e iniciar el proceso de confraternización con nuestros
anfitriones. Después marcharon a descansar a diferentes alojamientos que nos
habían reservado amablemente, dos de ellos sus propias casas.
A las 11 h.
del sábado se había fijado la hora de los primeros partidos, que afrontamos
después de una noche algo agitada para algunos. Feel-Volley A vs Vall d’Hebron y Feel-Volley B vs Maccabi. Jugamos en un coqueto y muy funcional nuevo pabellón de
una escuela, del cual ellos ejercen de “porteros”.
Empezamos el partido nerviosos, tanto en ataque como en
defensa. Fallamos algún que otro saque y nuestros ataques no hacían apenas
daño, con los brazos algo encogidos. Fuimos a remolque todo el set y finalmente
lo perdimos por 25-21, a pesar de los 2 tiempos muertos consumidos por la buena
de Silvia, nuestra entrenadora en funciones, y sus arengas e intentos de
reconducción. Pero nos dimos cuenta de que habíamos estado siempre cerca, a pesar
de todo. Y salimos a cambiar el rumbo en el 2º. Pero tampoco nos fue bien. Y
fue así porque en realidad ellos eran un excelente equipo, equilibrado en todas
las posiciones y con calidad para todas las facetas del juego (no en vano eran
sus mejores jugadores, incluida la gran Lily Zommer). Así llegamos al 19-12 en
contra y lo vimos todo perdido. Pero en ese momento una serie de saques de
Ileana, nuestra otra colocadora, les hizo descolocarse algo, lo suficiente para
dejarnos acercar en el marcador y aferrarnos como un clavo ardiendo al nuestra
última oportunidad. Y apareció el espíritu Vall d’Hebron, ese que llevamos
marcado en nuestro ADN a fuego y que tarde o temprano sale y es el 7º jugador,
a veces el más decisivo. Ellos pidieron su primer tiempo (nosotros ya los
habíamos agotado) y allí Silvia vio llegado el momento. Apretamos todos los
dientes y cada uno en su puesto cumplió el cometido, ganando el set por
apretadísimo y dramático 24-26, después de varias igualadas y salvando, creo
recordar, un punto de partido en contra. Ellos no cedieron ni un ápice y no
hicieron concesiones; iban a por todas. Pero nosotros también. Y empezamos a
ser nosotros mismos, con la fuerza y el coraje de la remontada, y ganamos
también el tercer set y partido 22-25 si no recuerdo mal. Todo muy igualado,
como veis; pudo ganar cualquiera, pero fuimos nosotros cuando Silvia nos hizo
creer en nuestra propia valía y nos hizo resurgir de la duda y la inseguridad,
además de recordarnos qué escudo llevábamos en la camiseta.
He de decir que ese espíritu se manifestó además en el
apoyo constante del banquillo, materializado en ánimos y en el atronador Vall
d’Hebron, Vall d’Hebron, Vall d’Hebron ……… cantado a coro por todos, que hizo
temblar los cimientos nuevos y acongojó a público y contrarios, mostrando a
todos la verdadera leyenda de los indomables, nuestra seña de identidad.
Estallamos de alegría y nos fuimos a la ducha con un
subidón. La palabra Maccabi aún nos impresionaba, pero no serían mejores que
los mejores de Alcobendas.
Y nos fuimos todos de tapeo y cervecitas por Alcobendas
con nuestros anfitriones y rivales, aprovechando el sol del mediodía. Luego, la
familia Muller-Zommer nos invitó a comer a su casa, obsequiándonos con todo
tipo de atenciones y muestras de hospitalidad (a pesar de lo sucedido antes),
signo inequívoco de clase y categoría (no han conseguido todos sus éxitos por
casualidad). Los aperitivos, la comida y hasta la siestecita en los sofás de
los Muller fueron muy agradables y placenteros pero, ay, sólo eran el preludio
de una tarde agitada, más de lo que creíamos a esas horas.
En efecto, habíamos quedado para el siguiente
partido con el Feel Volley B a las 18 h.
pero, de camino nos propusieron como quien no quiere la cosa (ah ladinos!) que
jugáramos los dos partidos que quedaban seguidos para tener libre el domingo.
Los podríamos jugar a dos sets, con un desempate a 15 puntos. Aceptamos en ese
momento, inocentes, sin percibir lo que se nos venía encima.
Y es que habían reorganizado algo el equipo B con alguna
incorporación: un killer abrumador, e incluso intentaron que jugara Fabian (ya
hubiera sido demasiado para nosotros). Afortunadamente Fabian no aceptó. Pero
pronto empezamos a padecer los devastadores efectos del tsunami-killer. Era un
rematador total desde cualquier posición que maltrataba la pelota y nuestro
campo con violentísimos golpes, casi imposibles de levantar. Todo el equipo
jugaba para él, de modo que estuviera donde estuviera por rotación, el último
golpe le llegaba a él y la jugada la repetían una y otra vez. La verdad es que esta estrategia nos
desarboló en el primer set. Pero en el segundo volvió a aparecer el carácter (lo
pone Vall d’Hebron), el criterio (lo mandó Silvia) y la disciplina de hacer lo
que sabíamos (un poco cada uno). Nuestro bloqueo empezó a tocarle varios
remates, amortiguándolos y alguno bloqueado, fuimos capaces de levantar también
varios de ellos y finalmente se fue reduciendo su eficacia pues empezó a
mandarlos fuera con más frecuencia que antes. En paralelo fuimos más regulares
en la producción de nuestros puntos en ataque, aprovechando las posiciones más
propicias y con gran variedad. Así empatamos a 1 y nos fuimos al desempate en
el que no les dimos opción con una racha buena de saques que les impidió
construir jugadas, llegando a un parcial de 8-1 que ya no pudieron recuperar.
2-1 final ganado y muy peleado y sufrido también.
Para acabar tarde y torneo nos esperaban los israelíes
del Maccabi. Este equipo era aguerrido y compacto, pero no tenían aquella
violencia en el remate, que apenas pudieron emplear. Eso sí, nos costaba varios
intentos el hacerles un punto. Ganamos con cierta holgura el primer set (al
final el más temido parecía el más asequible). Pero en el segundo nos
desfondamos un poco. Tal vez el cansancio acumulado, una cierta relajación tras
las apreturas sufridas antes y el efecto depresor de la lesión por mal apoyo de
Francesc (un esguince muy doloroso) nos hizo perder el ritmo y el set. Tuvimos
que apelar a la heroica en un último esfuerzo en un nuevo desempate. Y ocurrió
lo mismo, controlando el marcador desde el principio con buenos saques. El
parcial nos favoreció y ellos tiraron la toalla. Nueva y definitiva victoria
por 2-1.
¡Eramos los campeones del torneo con tres victorias de
tres! Estallamos en júbilo y fuimos a compartirlo con nuestro Francesc, que,
dolorido, estaba siendo atendido por el magnífico fisioterapeuta del club de Alcobendas.
Hicimos nuestro corrillo, como está mandado, y levantamos todos nuestra voz
para proclamar nuestro estribillo de ánimo hasta desgañitarnos. Ahí quedaba
eso.
Hemos conseguido varios objetivos deportivos (ganar
aparte): cohesionar mucho el grupo, ser capaces de jugar contra resultados
adversos, hemos mostrado carácter y hemos ganado una gran autoestima que
esperemos nos sirva en nuestros próximos compromisos. Por último, hemos
validado (ya lo sabíamos en mayor o menor grado) el valor de nuestra líder en
pista, nuestra gran Silvia Cesarini, nuestro principal capital. Ella es capaz
de hacernos jugar, de motivarnos, de detectar al instante con lucidez los
defectos y aplicar terapias inmediatas
para corregirlas (que funcionen o no luego depende de nosotros); finalmente es
nuestra referencia, todos la mirábamos a ella en los momentos difíciles y supo
ofrecernos respuesta.
Nos fuimos a la ducha agotados pero satisfechos y muy
orgullosos por lo hecho y conseguido. Luego nos fuimos a cenar a casa de los Muller-Zommer,
que nos volvieron a agasajar (mil gracias nuevamente) con una suculenta
barbacoa de gambas y carne, regada con buenos caldos, en una velada nocturna
muy agradable en su jardín.
Qué gente más agradable y hospitalaria. Nos han
conquistado para siempre, más allá de competiciones y resultados, y dejan en
nuestra memoria un recuerdo precioso de vivencias, amistad y emociones que
conservaremos siempre.
Nos hemos comprometido a corresponder cuando podamos,
pero somos conscientes que será difícil siquiera igualar todo lo que se nos ha
dado y ofrecido con generosidad en estos tres días.
Un saludo afectuoso y un abrazo sincero a nuestros nuevos
amigos de Alcobendas.
¡Hasta pronto!
Toño Arranz Amo
Promesa del Vall D'Hebrón
No hay comentarios:
Publicar un comentario